Plaza
de Mayo - 12 de Junio de 1974
Compañeros:
Retempla
mi espíritu estar en presencia de este pueblo que toma en sus manos la
responsabilidad de defender la patria. Creo, también, que ha llegado la hora de
que pongamos las cosas en claro. Estamos luchando por superar lo que nos han
dejado en la República y, en esta lucha, no debe faltar un solo argentino que
tenga el corazón bien templado.
Sabemos
que tenemos enemigos que han comenzado a mostrar sus uñas. Pero también sabemos
que tenemos a nuestro lado al pueblo, y cuando éste se decide a la lucha, suele
ser invencible.
Hoy
es visible, en esta circunstancia de lucha, que tenemos a nuestro al pueblo, y
nosotros no defendemos ni defenderemos jamas otra causa que no sea la causa del
pueblo.
Yo
sé que hay muchos que quieren desviarnos en una o en otra dirección; pero
nosotros conocemos perfectamente bien nuestros objetivos y marcharemos
directamente a ellos, sin dejarnos influir por los que tiran desde la derecha
ni por los que tiran desde la izquierda.
EI
Gobierno del Pueblo es manso y es tolerante, pero nuestros enemigos deben saber
que tampoco somos tontos.
Mientras
nosotros no descansamos para cumplir la misión que tenemos y responder a esa
responsabilidad que el pueblo ha puesto sobre nuestros hombros, hay muchos que
pretenden manejarnos con el engaño y con la violencia. Nosotros, frente al
engaño y frente a la violencia, impondremos la verdad, que vale mucho más que
eso. No queremos que nadie nos tema; queremos, en cambio, que nos comprendan.
Cuando el pueblo tiene la persuasión de su destino, no hay nada que temer. Ni
la verdad, ni el engaño, ni la violencia, ni ninguna otra circunstancia, podrá
influir sobre este pueblo en un sentido negativo, como tampoco podrá influir
sobre nosotros para que cambiemos una dirección que, sabemos, es la dirección
de la Patria.
Sabemos
que en esta acción tendremos que enfrentar a los malintencionados y a los
aprovechados. Ni los que pretenden desviarnos, ni los especuladores, ni los
aprovechados de todo orden, podrán, en estas circunstancias, medrar con la
desgracia del pueblo.
Sabemos
que en la marcha que hemos emprendido tropezaremos con muchos bandidos que nos
querrán detener; pero, fuerte con el concurso organizado del pueblo, nadie
puede ser detenido por nadie.
Por
eso deseo aprovechar esta oportunidad para pedirle a cada uno de ustedes que se
transforme en un vigilante observador de todos estos hechos que quieran
provocarse y que actúe de acuerdo con las circunstancias.
Cada
uno de nosotros debe ser un realizador, pero ha de ser también un predicador y
un agente de vigilancia y control para poder realizar la tarea, y neutralizar
lo negativo que tienen los sectores que todavía no han comprendido y que
tendrán que comprender.
Compañeros,
esta concentración popular me da el respaldo y la contestación a cuanto dije
esta mañana.
Por
eso deseo agradecerles la molestia que se han tomado de llegar hasta esta
plaza.
Llevaré
grabado en mi retina este maravilloso espectáculo, en que el pueblo trabajador
de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires me trae el mensaje que yo
necesito.
Compañeros,
con este agradecimiento quiero hacer llegar a todo el pueblo de la República
nuestro deseo de seguir trabajando para reconstruir nuestro país y para
liberarlo. Esas consignas, que más que mías son del pueblo argentino, las
defenderemos hasta el ultimo aliento.
Para
finalizar, deseo que Dios derrame sobre ustedes todas las venturas y la
felicidad que merecen. Les agradezco profundamente el que se hayan llegado
hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa
música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino.
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